Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta
El Corsario
(Ven, 1969, Wa Wa Cy en Real Number por Pet Bully)
Por Juan Macedo

 

El Corsario fue un extraordinario caballo castaño (importado en vientre desde Norteamérica) que nació el 14 de abril del año 1969 en el afamado Haras Shangri-La de la familia Azpúrua. Fue enviado al Hipódromo La Rinconada y alojado en un principio en la cuadra de Eduardo Azpúrua Sosa, para lucir la chaquetilla del Stud El Corsario del Sr. Faro Di Magio, posteriormente pasaría al establo de Antonio Bellardi donde cumpliría también una campaña exitosa y finalmente con “La estrella de MessinaDon Vittorio Catanese. El Corsario desde sus tiempos de potro fue un caballo delicado, padecía de una pequeña periostitis, que quizás en ocasiones se le hizo presente para estropearle algunas probables victorias en carreras de jerarquía.

 

Estrenó cancha el 29 de agosto de 1971, a los dos años, en distancia de mil metros con la monta de José Luis Vargas, donde cruzó la raya en ganancia con cuatro cuerpos, pero fue distanciado a la tercera posición quedando como ganador oficial Rivelino. En su segunda salida con Balsamino Moreira up si logró “romper el maiden” superando a El Rescate con 4 ½ cuerpos dejando 67”4 para la distancia de 1100 metros, tras buena demostración. Luego llegó cuarto a 11 cuerpos de Acapulco en la Copa Albert H. Cipriani, mejorando el 17 de octubre en el Clásico Antonio José de Sucre figurando segundo a 3 ¾ cuerpos del aun invicto Acapulco, para después adjudicarse la Polla de Potros de Acrica en forma por demás cómoda con 1 ¾ cuerpos sobre Papa Upa, en lo que podríamos llamar una gran carrera por parte del descendiente de Wa Wa Cy, que dominó en todos los terrenos.

 

 

Posteriormente El Corsario se adjudicó el segundo lugar a 9 cuerpos del criollo Rodas en el Clásico Internacional Juvenil del Caribe corrido en el Hipódromo La Rinconada, Venezuela, en el marco de una de las ediciones del Clásico Internacional del Caribe. De aquí pasó al Clásico Comparación, donde se impondría a un selecto grupo que conformaban los mejores de su generación, entre ellos Molinero y Rodas, dejando a 1 ½ cuerpos en el segundo lugar a Trucutrú. Todas sus actuaciones a los dos años, menos la primera, las hizo bajo las órdenes del maestro campeón Balsamino Moreira.

 

Con el mismo jinete inició la escalada del año siguiente, al intervenir en el Clásico Inauguración Francisco de Miranda, prueba en la cual alcanzaría el lugar de escolta inmediata a 2 ¾ cuerpos detrás de Cencerro. Retomó su cadena de éxitos, ahora con la conducción de José Luis Vargas, el cual había sido el jockey encargarlo de debutarlo, y con él consiguió 2 triunfos más y un segundo en la Copa Charles R. Röhl a ½ cuerpo de Diabell. Para así de seguidas ir a un cotejo bastante fuerte para él, como lo era el Clásico José María Vargas (cuando también lo corrían los tresañeros), debido al cambio de distancia a temprana edad. Sin embargo, logró arribar en el segundo lugar a 3 cuerpos, tras dura lucha con el valiente Don Luis, que lo dominaría relativamente fácil. Para que luego, después de un tercero detrás de Molinero en una carrera común, fuera directo al Páez.

 

Fue en el Clásico José Antonio Páez, donde los galopó por margen de siete cuerpos sobre Tareco agenciando 102”1 para la milla bajo la conducción de Jesús Rodríguez, pues Varguitas, jinete oficial de la cuadra de Eduardo Azpúrua, condujo a Molinero que en un futuro cercano se convertiría en su archirrival.

 

 

Después de haber ganado el Páez, sólo lo corren en el segundo paso, el Clásico Ministerio de Agricultura y Cría, donde pensaban todos sus allegados que ganaría aún más fácil que la vez anterior. Sin embargo, no resultó así, pues tendría que sortear una serie de inconvenientes para lograrlo, cuando Molinero casi lo derrotó. Para poder entender lo sucedido, buscaremos resumir lo que allí pasó. Tras haber tomado la punta, el hijo de Wa Wa Cy sufrió el acoso del entrenado de Ziadie (Molinero), el cual le planteó dura lucha viniéndose ambos en su toma y dame, hasta que Molinero se adueñó definitivamente del lugar de honor, parecía desvanecerse entonces la triple corona para el excelente potro. Tanto, que a escasos 50 metros para la llegada todo se veía terminado para El Corsario, que no daba muestras de vida. De repente, a 25 metros para el final, emparejó de nuevo la carrera, doblegando a Molinero en propia sentencia por escasa diferencia, en lo que fue un final angustiante.

 

 

Posteriormente a la carrera el entrenador Azpúrua diría que el jinete le provocó un pequeño tropiezo que no era necesario, además que le pegó incesantemente cuando se le amugó, todas esas cosas por poco le causaron la derrota, así lo haría ver el entrenador.

 

Pasó a la tercera prueba de la triple diadema, el Clásico República de Venezuela, una vez más seguros del triunfo sus allegados, en esta oportunidad parecía imposible su derrota por cuanto sus enemigos en el papel no reunían las condiciones físicas locomotoras para esos metrajes, ni tenían la calidad extra para superarlo. Ahora el comportamiento resultaría diferente, pues se cambió la táctica de la carrera, considerando que El Corsario tenía con qué ganar y mucho que perder, entonces toman la decisión de sacarlo adelante para evitar cualquier imprevisto. La estrategia resultó, pues el entrenado de Eduardo Azpúrua se les fue adelante con entera comodidad y prácticamente les ganó de punta a punta, si acaso en los 600 finales Molinero lo presionó, pasándolo a dominar por medio cuerpo. Sin embargo, ya en los últimos cuatrocientos metros, El Corsario retomó el mando para nunca más aflojarlo, en pasada final Silbido ocupó la segunda posición a 9 cuerpos. La proeza se había consumado, Venezuela tenía su segundo triplecoronado. El entrenador recibió doble satisfacción, una como criador y la otra como cuidador, algo que enorgullece a cualquiera. Su dueño Faro di Magio, confundido con amigos y simpatizantes celebró la hazaña llevada a cabo por su consentido, un hecho que alegró a muchos y entristeció a pocos. La cría nacional se veía recompensada con un nuevo lauro, lo cual la fortalecía.

 

 

Luego de fracasar desde el cuarto puesto a 4 ¾ cuerpos de Silbido en el Clásico Fuerzas Armadas de Cooperación, el 3 de septiembre El Corsario se impuso con Ángel Francisco Parra en el Clásico Cavepro con ventaja de 2 cuerpos sobre Molinero dejando crono de 125”4 para los dos kilómetros, ratificando sus títulos campeoniles.

 

 

El 8 de octubre corrió por primera vez contra los importados de la Octava Serie con la conducción de Benito Almarza, logrando un fácil triunfo con ventaja de 3 ¼ largos sobre Baobad. Fue llevado al Gran Premio Clásico Simón Bolívar con la monta de Gustavo Ávila, pero fue afectado por una fuerte gripe de la cual no se recuperó totalmente (no fue retirado para poder correr la siguiente semana en el Cría Nacional) y fracasó ante McKenna’s Gold. Participó en el Clásico Cría Nacional pero apenas pudo figurar cuarto a ocho cuerpos de Arrecife, para luego ganar dos carreras en el máximo lote común para criollos, siendo su víctima en esa oportunidad la rendidora Juleyma. Suficientes méritos para obtener el título de Campeón Tresañero.

 

Después de nueve meses de inactividad (producto de sus conocidos problemas de salud) reapareció con Ángel Francisco Parra en el Clásico Cavepro de 1973 figurando quinto a ocho cuerpos de Inteligente. Luego participó ante el lote de la Séptima Serie donde obtuvo un bonito triunfo con ventaja de un cuerpo sobre Compositor. Volvió a participar en el Gran Premio Simón Bolívar pero no corrió con suerte y cayó derrotado por los importados encabezados por Vaticinio.

 

Una semana después logró adjudicarse el Clásico Cría Nacional, cruzando el disco en ganancia con ventaja de 10 ¼ cuerpos sobre Diabell y crono de 157” para la milla y media, confirmando con esto su clase que lo había hecho acreedor a grandes títulos. Fue seleccionado, gracias a su excelente campaña, para representarnos en el Confraternidad del Caribe a celebrarse en Panamá, dentro del marco del Internacional del Caribe y se impuso ante los veteranos de otros países caribeños en forma por demás convincente, dejando 129”2 récord para la distancia de 2000 metros y demostrando el magnífico estado que atravesaba para aquel instante.

 

 

Para el 12 de enero de 1974 derrotó a Silbido por apenas ½ cuerpo dejando registro de 113”1 para los 1800 metros. Luego figuró tercero a 6 ½ cuerpos de Silbido en el Clásico Gobernador del Distrito Federal; fracasó en el Clásico de los Sprinters que se anexó Papa Upa; mejoró una enormidad al escoltar a Silbido en el Clásico José María Vargas y el 19 de abril reeditó hazañas anteriores al anexarse el Clásico Presidente de la República bajo la preparación de Antonio Bellardi y la conducción de Adone Bellardi, dejando a 2 ¼ cuerpos a Señorial en el segundo lugar, agenciando 157”3 para los 2400 metros.  

 

 

Luego de una racha de siete derrotas, El Corsario saboreó las mieles del triunfo en el Clásico Cría Nacional nuevamente, pero esta vez con el entrenamiento de Vittorio Catanese y la conducción de Gustavo Ávila. Su última exhibición fue el 25 de enero de 1975, cuando por primera vez llegó fuera de carrera, corriendo en Primera Serie de importados. Al igual que el primer triplecoronado, terminó su vida pistera con 17 triunfos a su favor, 7 segundos, 5 terceros, 3 cuartos y 3 quintos en 42 presentaciones y acumuló Bs. 1.445.391.

 

 

Retirado a la cría inicialmente en el Centro de Reproductores (junto a Count Amber, Toulore y Rodas), luego al Haras Ranco y finalmente en el Haras Los Rada (de la familia Rada), tuvo poca descendencia, destacando con ganadores de la talla de Begonia, Olamis, Miss Cumbia, Ciza, Barba Azul, Sol de Oriente, Peggyjessi, Jube (madre de Mijail), Teresita (madre de Sir Anthony), entre otros. 

 

Fuentes: www.anecdotashipicas.com, Ing. Juan Macedo (apuntes personales), Libro "La Biblia del Hipismo Venezolano", Sr. Jaime Casas A., Sr. Otto León C. 

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 28 de junio de 2006

Copyright 2000, Anécdotas Hípicas Venezolanas C.A. Todos los derechos reservados