Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Evocación a Virgilio Cristian Decán

Por Lic. Luis González Hernández

 

Muchas veces nuestra hípica ha sido considerada como una de las mas bellas de Suramérica por sus hermosos Hipódromos y sus grandes protagonistas, bien sea Jinetes o Entrenadores y claro esta los Purasangres Criollos. Pero en muchas oportunidades hípicamente hablando nos han reconocido como los cultores del relato de las carreras de caballos. Si, así se nos a titulado gracias al mejor mentor de esta especialidad en Venezuela y posiblemente en muchísimas zonas del orbe Hípico. Hablo de Virgilio DecánAly Khan”, quien una vez fue invitado a narrar en el Hipódromo Viejo Comandante de Puerto Rico y la afición hípica quedó atónita, estupefacta o deslumbrada ante la perfecta dicción y enfática pronunciación del relato de cada competencia en la voz del Guayanés. Al día siguiente un taxista boricua le toco llevar del hotel al aeropuerto al “Tuteque” Requena y al propio Virgilio Decán y sin saber que era “Aly Khan”, el taxista le expresó de manera natural o espontánea al “Tuteque” que los venezolanos tenían al mejor narrador de carreras de caballos del mundo, Virgilio Cristian le da con el codo izquierdo y le hace seña al “Tuteque” para que no le diga absolutamente nada, por ende este trabajador del volante escuchó Narrar un día antes en el Hipódromo de Puerto Rico a “El Príncipe de la narración hípica” sin tener la mas mínima idea de que el pasajero que llevaba en el asiento trasero del vehículo era el propio “Aly Khan”.

 

 

El lunes 5 de diciembre del 2011, a las 9:50 A.M., estando el Dr. Decán con su señora esposa Ingrid Deupatrocinio, terminando de desayunar en la terraza del Hotel Laja Real. El colega periodista Roque Cividanes, el locutor radial experto en deportes José Alberto Zurita y mí persona, aprovechamos la oportunidad y le hicimos una entrevista con motivo del merecido Homenaje y Agasajo nocturno que los propietarios del Hipódromo de Rancho Alegre, encabezado por el Dr. Carmelo Nuccio Previte, le realizarían en su tierra natal.

 

Y una de las anécdotas mas jocosas e inolvidables tanto para “El Principe” como para nosotros, los comunicadores sociales que lo entrevistamos, fue la vez que el contando con la edad de 10 años, y su mamá la señora Soledad, terminaba de lavar y planchar un Liqui Liqui color blanco nada menos y nada mas que del entonces Presidente de la República, el General Isaías Medina Angarita (Portador de la cédula de identidad número 1 en Venezuela), quien se encontraba en Ciudad Bolívar con motivo de inaugurar oficialmente el Nosocomio u Hospital Ruiz y Páez.

 

 

 

Resulta que el joven repartidor de ropa planchada, no tenia ni siquiera la mas mínima idea de quien era el propietario del elegante Liqui Liqui que lucía de un impecable y asombroso blanco producto del esmerado lavado a mano (para la época no existía ningún tipo de detergentes, ni Ace ni Ariel ni nada por el estilo) y perfecto planchado que hacia la señora Soledad, quien era la lavandera exclusiva de la Gobernación. El niño llega a la sede de la Gobernación del Estado Bolívar, toca el timbre lo atiende un joven que trabajaba como uno de los Edecanes del Presidente y le entrega el Liqui Liqui que iba colgado de un gancho de ropa envuelto y protegido del polvo con un papel de bodega color beige, el joven Edecán le dice a Virgilio “¡Carajito, espera aquí afuera! Regreso en un momento y te traigo tu dinero”. Entra el Edecán a la habitación y se lo entrega en sus manos al propio Presidente, a todas estas el niño esperaba afuera de la edificación por el dinero, producto del servicio y encargo de repartidor de ropa lavada.

 

Transcurre un minuto, dos minutos, tres minutos y nada que regresa. Resulta y acontece que el Edecán le entrega en las manos al General Isaías el paquete envuelto y este señor al destaparlo, se impresiona por tanta blancura y perfecto planchado, a lo que exclama diciendo con voz fuerte e imperativa. “¡Dios mío! ¿Quién trajo esto?” “Un muchacho negrito, que esta allá afuera esperando por el pago del servicio a domicilio” Contesta el joven Edecán “¡Pues rápido, deténganlo, no dejen por nada en el mundo que se vaya, háganlo pasar y dígale que me espere sentado en el recibo de la Sala!” le dice el Presidente a su Edecán.

 

Va el ayudante del Presidente caminando rápido a la puerta principal de la Gobernación y le dice al joven Virgilio Cristian “¡Hey tú carajito, Mi General desea hablar contigo! Me dio la orden de que pasaras y esperes sentado en aquel mueble de madera, ten la bondad, no preguntes nada y sígueme” Entra el joven a la lujosa Gobernación del Estado Bolívar y se sienta en el mueble, sin tener la más mínima idea de quien era el supuesto efectivo castrense que lo mando a detener y que deseaba hablar con el. A los dos minutos de estar sentado, sale de la habitación y llega a la sala de espera el General Medina Angarita, vistiendo el Liqui Liqui Blanco, sujetando en su mano derecha un bastón de madera.

 

 

Virgilio Cristian se encontraba en ese momento distraído sentado en el mueble con la cabeza inclinada hacia abajo viendo sus humildes zapatos. “¡Buenos días Joven!, ¿Es Usted quien me trajo empaquetado este Liqui Liqui que tengo puesto en este momento?”. Al levantar la cara, el joven guayanés ve delante de el a un hombre alto, corpulento, calvo, de piel rosada y ojos verdes. Se asusta todo y dice dentro de el “¡Dios Mío, el Presidente de Venezuela, el General Isaías Medina Angarita, no lo puedo creer!” El muchacho al ver la cara tan seria que el militar tenia en ese momento y tenerlo tan cerca ubicado a tan solo 3 metros de el, al máximo Mandatario de la República, muy asustado se pone de pie y le dice “¡Mi General, yo le juro que no hice nada, por favor no me mande a fusilar con sus escoltas en la Plaza Bolívar en el sitio donde se echaron a Manuel Piar!

 

El Presidente Medina se sonríe amablemente y le dice “No hijo, tranquilo, yo no te voy a mandar a Fusilar! Solo quiero que me digas ¿quién lavó y planchó este traje?” ¡Fue mi mamá! Le responde el muchacho. “¡Pues entonces dígale a su mamá que el General Medina Angarita la felicita por que nunca en su vida había visto una ropa lavada tan inmaculada, tan blanca y tan bien planchada como esta que tú gentilmente me has traído, de verdad que la felicito!

 

Seguidamente el Presidente de la República, se introduce la mano en el bolsillo derecho de su pantalón blanco y saca un “Fuerte de Plata” diciendo “¡Toma hijo esto es para ti y tu mamá, se lo ganaron bien ganado, Felicidades!”.

 

 

 

Fuentes: Charlas y conversaciones amistosas entre Virgilio Decán y el Lic. Luis González Hernández.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 28 de junio de 2012

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