Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:

Ultimo Adiós a Hollywood Park

(Según Publicado en el Blog de www.noticel.com)

Por Rosana Rivera (Derechos Reservados 2013)

 

El inicio del magistral Poema XX de Pablo Neruda  comienza pronunciando, “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, expresando el sentir de un amor perdido para siempre.

 

 

¿Sin embargo de cual manera puede manifestar una enamorada del hipismo la tristeza ante la irremediable pérdida de una catedral del hipismo de la talla de Hollywood Park?  Es muy difícil sacarse esto del pecho.  Mayormente cuando no se ponen de acuerdo los sentimientos con el puño, la pluma y el papel para plasmarlo por escrito de una vez y por todas. Sin pretender ser poetisa e intentar hacer el más torpe verso, desde el pasado mayo me asaltan tanto de noche como de día los deseos de escribir el más triste artículo cuando pienso en la partida de tan regio monumento al Deporte de Reyes.

 

 

Todo comenzó con un peregrinaje a Hollywood Park en un fin de semana largo (el del “Memorial Day”) que dada las vivencias en este recinto acabó resultando corto. Una mañana recorrí brevemente, y en la gran compañía de mi compatriota Tony Matos la excepcional área de establos, donde las intersecciones estaban identificadas con nombres de caballos famosos.  El resto de mi tiempo deambulé por los hermosos jardines cercanos al área del la boletería de entrada, donde entre la vegetación me topé con un colibrí que en su característico afán de volar no se dejaba fotografiar. También exploré la periferia del redondel de paseo (paddock), las gradas tanto del Clubhouse como el Grandstand y caminé por muchos de los tantos recovecos, que tal como entrañas de una bestia magnífica  atraviesan el colosal hipódromo.  Algunas de estas  mostraban el evidente desgaste de los años aún sin perder un ápice de la dignidad que otorga el imperdonable paso del tiempo; en otros espacios me topé con áreas que estaban restringidas por portones tal cual mudos guardianes de su destino.  Descubrí además otros muchos bellos detalles, de este lugar que en sus mejores tiempos era uno de los centros hípicos de mayor prestigio en los Estados Unidos. Desde las sencillas lozas de cemento con  huellas de herraduras  en el suelo de uno de los balcones en las gradas, a otras un poco más elaboradas con lindos y alegres colores cerca de donde radican las bancas de apuestas. También visité la estatua de Swaps, donde un grupo de afroamericanas estaban al igual que yo de visita, explicándome que querían conocer el hipódromo antes de su clausura. En adelante visité el monumento dedicado al “Cometa CalifornianoNative Diver, ídolo de la fanaticada local y ganador de tres Hollywood Gold Cups. También conversé con varios de los apesadumbrados empleados de la planta, una de ellas que laboraba en una de las cafeterías me describió lo grandioso que era estar allí durante cuando se efectuaban los Breeder’s Cup.

 

 

En ese interminable peregrinar por este recinto me parecía estar como en uno de esos grandes y elaborados teatros de cine de antaño.  Tras ese telón de Hollywood Park se proyectaron grandes estrenos como el del primer Hollywood Gold Cup (estelarizado por el titán de Seabiscuit); y en tiempos más modernos el inicio de un novel concepto llamado la Breeder’s Cup.  Otras que luego tuvieron finales tristes, como en el caso de la inolvidable Landaluce (vencedora del Hollywood Lassie Stakes por 21 cuerpos) o la del ídolo mexicano Gay Dalton, que según leí está enterrado allí mismito en Hollywood Park. También se realizaron eventos de suspenso como el “match” entre la triplecoronada Chris Evert y Miss Musket, otras de redención, tipo “rags to riches” como las victorias del gran californiano de tiempos recientes, Lava Man. Otro gran protagonista, Laffit Pincay, pasó triunfador por ese “finish line”, en el pináculo de su carrera, arrebatándole el récord de victorias al gran Bill Shoemaker. Allí acaecieron muchas historias, unas muy alegres y otras de final amargo; pero que son la mejor muestra que el hipismo es el rey de los deportes.  Y en ese mismo teatro este fin de semana se va a proyectar un último filme, uno con un final aún más oscuro que el de su negruzco “cushion track” y que será su último día de carreras.

 

 

Se nos escapa Hollywood Park, víctima del cambio de los tiempos, de las fuerzas económicas que no perdonan y del mismo estado del hipismo, donde cada día hay menos y menos fanáticos presentes en una tarde sabatina cualquiera. Vemos desapareciendo ante nuestros ojos otra de esas sacrosantas catedrales hípicas, que resultan pertenecer a un pasado ya bastante distante. Me embarga la pena desde hace muchos meses.

 

Hoy me dispongo a ir al trabajo, a ése que entre otras cosas me permite financiar este vicio de visitar hipódromos, de echar mano a cuanto libro me encuentro sobre el deporte y de escribir insulsos artículos. Me levanté esta mañana con una musa que me dictaba incesantemente en mi cabeza, martilleando palabras, construyendo frases y obligándome a rememorar mis vivencias en Hollywood Park para este escrito.

 

 

Ya el sol se va alzando en Miami, me voy acercando al estacionamiento del tren que me lleva a mi destino, cambio de estación de radio.  Alcanzo a oír una canción a medio empezar del grupo Ambrosia diciéndome “make a wish baby”, me viene a la mente el deseo (que Hollywood Park no haya tenido que cerrar) pero Rosana, ya es muy tarde. Sigue otra frase que dice “there is a new sun arising”, pero pienso que ya no quedan nuevos soles para el escenario de tantas batallas hípicas. Agarro mi libreta y ya en el tren complazco a la insistente voz interna chapuceando el borrador de este escrito, que aunque sea pobre carga mucho sentimiento.

 

 

Llego a la oficina y me recuerdo otra de las estrofas del Poema XX,  Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.

 

 

Eso le aguarda al mundo hípico a partir del domingo 22 de diciembre de 2013 con la partida de Hollywood Park, pues ciertamente ya no será el mismo.

 

Fotos: inéditas de Rosana Rivera.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 30 de enero de 2014

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