Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Las Lágrimas de Mateo

Por Rosana Rivera

 

No es telenovela ni es que tenga visos de melodrama el título de este escrito. En realidad me refiero a una de las cosas que más me impresionó cuando conocí a Don Mateo Matos, jinete del gran Camarero y que sabemos recién ha fallecido (19 de febrero de 2013). Tuve la gran dicha de conocerle, pues este residía en mi querido pueblo de Trujillo Alto y en varias ocasiones montando a mi pinto Payaso, llegué a visitarle.

 

Se pueden decir muchas cosas sobre Mateo, todas ellas ciertas. Su integridad, la sencillez de su persona, su habilidad como jinete y otros atributos. En efecto estos describen al “guardia con el tolete”, como se le conocía durante el hipismo de su época. Pero hay un dato muy personal que quizás se escape a las reseñas que nos anuncian su partida.

 

Me refiero al gran afecto que albergaba este gran ser humano hacia el corcel que cabalgó hacia la inmortalidad. Sin Camarero el mundo hípico quizás nunca hubiera conocido la grandeza de Mateo; y sin Mateo, la historia de Camarero no habría sido la misma.  Sin duda el camino de estos dos grandes atletas estará entrelazado para siempre. Más allá de cuantas carreras ganó (o haya perdido) Camarero, del significado cultural en nuestro país, de la estela de fanáticos hípicos que seguían sus pasos, de cronistas hípicos que aunque no vivieron esa época aún hoy día rememoran la saga de Sabrosito y del santurcino de gesto taciturno.

 

Haber presenciado a Mateo Matos describir sus vivencias con Camarero era una experiencia única debido al sentimiento que le arropaba al referirse a su querido caballo. Si bien se le aguaban los ojos a la simple mención del triplecoronado, cuando Mateo rememoraba las artimañas ideadas para derrotar al campeón criollo, le afloraban libremente las lágrimas. Recuerdo claramente cuando mencionó una ocasión en que intentaron averiarle  los aperos de monta. Pero lo que más le dolía era cuando los actos maliciosos habían estado directamente dirigidos hacia Camarero. En esos momentos el semblante de Mateo no era de rabia, ni de indignación sino de dolor. No había recriminaciones, simplemente permeaba la incredulidad de como era posible que le hicieran eso a Camarero. ¡Total que culpa tenía el noble caballo que lo único que hacía era ganar!

 

Al referirse a Camarero, Mateo mostraba un vínculo afectivo que ha quedado grabado en mi memoria para siempre. Mateo, gracias por las memorias y gracias por la historia que junto a Camarero protagonizaste. Que cabalguen ambos en paz. Ya nadie les va a molestar, porque a ustedes no hay quién los pueda derrotar.

 

Nota de la autora: el nombre original de inscripción de Camarero era Sabrosito.

 

Fotos: Diario El Nuevo Día, Diario Primera Hora

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 28 de febrero de 2013

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