Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:

Huesos deformados en el potrillo en pleno desarrollo

Editado por Juan Macedo

 

El calcio y el fósforo por si solos no bastan para ga­rantizar un buen desarro­llo de los huesos del caba­llo. La vitamina D tiene una función complementa­ria insustituible como es la de ayudar a la absorción de ambas sustancias y fijarlas en el organismo del animal. Está comprobado que la deficiencia de vitamina D origina deformaciones en la estructura ósea simila­res a las que produce la falta de los minerales ini­cialmente nombrados.

 

 

Hoy es raro ver una de­ficiencia aguda de raquitismo. Pero es común la creencia de que el raquitis­mo es hereditario. Falso ese criterio. Todo se debe a la nutrición deficiente. La falta de vitamina D trae como consecuencia coyunturas alargadas, rodillas nudosas y arqueo de los huesos largos.

 

Todas estas deficiencias tienen origen en el perio­do juvenil del caballo. Una vez que ocurren, no hay manera de contrarrestarlas ni superarlas. Toda deformación de ese tipo queda establecida de por vida. La mala conformación ósea del potrillo proviene de la falta de minerales en el cuerpo para darle la con­sistencia necesaria al hueso. Con los adelantos de la ciencia es imperdonable que se presenten casos de conformaciones defectuosas.

 

Mejorando la proporción de minerales, los huesos se calcifican porque los tejidos están en condiciones de permitirlo. No se sabe por que se alargan los hue­sos. Sea cual fuere la ra­zón, ello es evitable hasta donde se ha investigado, con una nutrición adecua­da.

 

El caballo moderno tie­ne una presión de trabajo incomparablemente mayor que el de antes. Es bueno saber que el caballo no ad­quiere madurez hasta cumplidos los tres y cuatro años. Todos corremos a los caballos a los dos años, pe­ro esa costumbre no es re­comendable. Si vamos a insistir con esa costumbre, lógico es que procuremos una conformación completa del potro para que pueda impulsarse sin peligro de deteriorarse.

 

Se atribuyen a la falta de potencia ósea las constan­tes fracturas de los caballos. No está probado que así sea. De todas maneras, los caballos que reciben una adecuada proporción de vitamina D quedan menos propensos a sufrir fracturas.

 

El caballo de hoy es tra­tado distintamente al de muchas décadas atrás. Cuando nace el potro, tie­ne huesos blandos y flexi­bles. A medida que crece, el esqueleto se hace duro y rígido. Durante los primeros cinco o seis meses, depende de la buena o mala leche de la madre. Sien­do su alimento natural, el potro recibe muy poca vi­tamina D en esa leche porque ciertamente no la contiene.

 

Antes de que el caballo fuese dedicado a la recia tarea de las carreras, las yeguas derivaban su alimento del pasto y de la luz del sol. Los animales segregan por la piel una sustancia parecida al colesterol que se convierte, al exponerse a los rayos ultravioletas del sol, en vitamina D. El po­trillo que vive encerrado bajo techo, tiene menos po­sibilidades de recibir su vi­tamina D natural.

 

Las obligaciones actuales del caballo de carrera obli­gan a no esperar los beneficios normales de la na­turaleza. Hay que ayudarla. Hay que procurarse de alguna manera el refuerzo de vitaminas. Para un ca­ballo en desarrollo, bastan 200 I.U. de vitamina D por cada cincuenta kilos de pe­so. El heno curado al sol produce adecuada vitami­na D.

 

El pasto verde carece de vitamina D. En cambio el seco, curado al sol, si la tiene. De suerte que la vitamina D es la menos costo­sa que se conoce además de que se encuentra por precios módicos en el mer­cado. La fuente natural, por otra parte, no importa, ya sea sacada de los vegetales, de levaduras de pan irradiada o de fuente ani­mal coma el aceite de hígado de bacalao.

 

 

Una dosis excesiva de vitamina D puede traer in­toxicaciones. Estas se manifiestan por la excesiva calcificación de los tejidos blandos y de las articulaciones. La vitamina D se deposi­ta en el hígado del animal por un periodo máximo de seis semanas.

 

CONCLUSIONES

 

El nivel de la vitamina D es mayor para el potri­llo joven en desarrollo. Puede suministrarse exponiendo los potrillos a la luz del sol o mediante la su­plencia de cualquiera vitamina D. Insistimos en que el abuso de la misma re­sulta contraproducente y produce también deformaciones similares a las que produce la falta de ella. La vitamina D natural puede ser destruida por el carbonato de calcio.

 

Fuentes: Trabajo publicado en la revista Turf.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 28 de noviembre de 2014

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