Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

El Espíritu del Kentucky Derby

Por Alfonso Rodríguez Vera

 

No has visto nada, ni has estado en ningún lugar hasta que no asistas a un Kentucky Derby”. Solo los verdaderos hípicos interpretan el significado de esa frase, utilizada en la promoción de la carrera de caballos más famosa del mundo.

 

El escenario donde este magno evento es Churchill Downs, un hipódromo que nació con el Kentucky Derby en 1875. Situado a 3 millas del centro de la ciudad de Louisville, no ha cambiado mucho en más de un siglo. Churchill Downs guarda todavía esa imagen antaña y es, sin lugar a dudas, el hipódromo norteamericano de mayor tradición. Su capacidad es de 45 mil personas, aunque en el día del Derby asisten más de cien mil personas, siendo el record los 163.628 que presenciaron el Derby centenario en 1974.

 

Pero Kentucky no solo disfruta del Derby al llegar la primavera. Un festival de diez días antecede a la célebre “Carrera de las Rosas”. Todo se inicia con el almuerzo denominado “Y arrancan”, las mismas palabras que los narradores americanos utilizan al comenzar la descripción de una prueba. Continúa con la siempre esperada carrera de los botes de vapor entre el “Delta Queen” y el “Belle of Louisville” en el río Ohio. La carrera de los globos de aire, el maratón de bicicletas y otros cuarenta eventos que culminan con el Derby el primer sábado de mayo.

 

 

Ese día es de fiesta en Kentucky. Para algunos es la primera navidad del año, para otros el segundo carnaval.

 

Las personalidades de la política y la gente influyente asisten al desayuno en la casa del Gobernador. Los criadores, por su parte, lo preparan en sus fincas, una manera de promocionarse ante sus invitados. No hay problema, todos ellos tienen localidades reservadas en las tribunas.

 

La otra cara de la moneda son los que van al “infield”, entiéndase la parte interna de la pista. Ellos no tienen tiempo para desayunos. Hay que madrugar en Churchill Downs. Son caravanas de gente, con carpas, morrales, preservativos, en fin, cada quien con lo necesario para pasar bien el día. No falta el que va solo en “short” o el que se disfraza con un atuendo de acuerdo a la ocasión. Las parejas de enamorados abundan, se aman en el Derby. El “infield” se convierte en un campo de gitanos. Allí asisten entre 60 y 70 mil personas. Muchos no logran ver un caballo en todo el día, que importa, para ellos es suficiente estar en Churchill Downs el día del Kentucky Derby.

 

También madrugan los vendedores. Todo lo que sea un recuerdo del Derby se agota. Vasos con los nombres de los ganadores anteriores, banderines, gorras, chaquetas, hasta prendas íntimas de vestir. Ni hablar de las bebidas. El “Mint Julep” que se prepara con Bourbon Whisky, hielo y una hojita de yerbabuena es la preferida. Alguien sacó la cuenta una vez y dijo que se vendían hasta 80 mil tragos el día del Derby.

 

El programa en Churchill Downs comienza a las 11 de la mañana. Es difícil entrar y todo es difícil adentro. Son colas para comprar el Racing Form, para ir al baño, para apostar. Hay taquillas nada más para la carrera del Derby, abiertas desde días anteriores. A veces hay un favorito unánime. Es el campeón que va a consolidar su título. El Kentucky Derby es el primer paso de la Triple Corona Norteamericana y solo unos pocos la han logrado pasar a la inmortalidad.

 

Serán sin duda, una vez más “los dos minutos más emocionantes en el mundo de los deportes”.

 

Fuentes: Trabajo extraído de la revista Gaceta Hípica año 1991

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 30 de abril de 2021

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