Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:

El Carmelitano: Motivo de Orgullo

Por César Boscán

 

Mi afición hípica se vio recompensada el año 1990 cuando El Carmelitano (1985, Sansaba en La Carmelitana por Ojo Fiero) pasa a ser responsabilidad propia. Larga historia venía a culminar en Febrero de ese año, cuando su criador el Sr. José Antonio Morán decide confiar en mí y me transfiere la propiedad del ejemplar.

 

El Carmelitano había debutado en el viejo Hipódromo de La Limpia en Maracaibo a los dos años de edad, corriendo en cuanta carrera tenía cabida. Con el entrenador inicialmente escogido por su propietario y criador, este noble ejemplar intervino en carreras desde los 900 metros hasta 2000 metros con un saldo positivo ya que tenía en su haber 5 carreras ganadas y un buen número de figuraciones, que lo habían llevado a carreras selectivas de magnitud en ese hipismo y al máximo lote de ejemplares maduros en el Zulia.

 

El Carmelitano había nacido en la hacienda propiedad de su criador, registrada bajo el nombre de Haras San Judas Tadeo en tierras del Zulia. Hijo de un buen ejemplar norteamericano de nombre Sansaba (1978, Raja Baba en La Brisa por Sensitivo). La madre de El Carmelitano llevó el nombre de La Carmelitana (1973, Ojo Fiero en Suzzette por Sind), ganadora de tres carreras en el Hipódromo La Rinconada y también propiedad y crianza del Sr. Morán.

 

El gran mérito de La Carmelitana aparte de tener en su línea la presencia de los grandes ejemplares como Gainsborough, Phalaris, Rustom Pasha y Nearco todos en tercera generación, fue el hecho de haber sido el primer ejemplar criollo en salir de perdedor en distancias superior a la milla antigua de La Rinconada (una vuelta al ovalo) con hándicap de 64 Kilos. Luego de este triunfo, la yegua obtuvo dos triunfos más y además, aumentó su peso físico en aproximadamente 30 Kilos desde su estreno en esa pista, siempre bajo el entrenamiento de Gorgonio Parra, entrenador también zuliano. La Carmelitana se retiró a la reproducción con esos méritos. En sus inicios como yegua madre nunca quedó preñada y esos episodios obligaron al Sr. Morán a buscar ayuda técnica con resultados negativos. Ante este hecho, a la yegua se le asignaron otros roles dentro de la hacienda. Sorpresa fue, cuando al poco tiempo La Carmelitana tuvo su primer hijo mestizo. Luego de este episodio, se cruzó con Sansaba y tuvo a su único hijo para la pista El Carmelitano.

 

 

Con estos antecedentes, El Carmelitano llega a La Limpia con la esperanza de convertirse en ganador selectivo y campeón de este hipismo como suelen llegar todos los ejemplares a cualquier hipódromo. El Carmelitano se encuentra con una generación que encabezan Don Rude y Mr. Rudy nacidos también en el Zulia y que arrasan con los premios selectivos para dosañeros de este hipismo. Luego se unen a esta generación, los ya maduros Caigüire, High Power, Audelay, Pelo E’Guama y otros que alejan a El Carmelitano de las carreras selectivas en sus dos primeras generaciones. Para el siguiente grupo o generación se une a todo este contingente Action Run ganador de más de 20 carreras. Poco a poco, las ilusiones se alejan del grupo asociado al caballo.

 

Yo estaba iniciándome como propietario y acudía casi a diario a ver mis potrancas Galvánica y Cebranis alojadas las dos en la cuadra de Nilo Bravo en La Limpia. Cada vez que podía me acercaba al establo que ocupaba El Carmelitano con la esperanza que el Sr. Morán me confiara la campaña de este ejemplar. La muerte de mi papá en Febrero de 1990 me acercó al Sr. Morán nuevamente. Los lazos de amistad entre ambos eran muy fuertes. Este hecho y la circunstancia de la pérdida de confianza del entrenador inicial, obligaron al Sr. Morán a tomar la decisión y me “regaló” al caballo. El entierro de mi papá fue el domingo 18 de febrero y el siguiente viernes, el caballo estaba en la cuadra 7 del Hipódromo de Santa Rita bajo nuestro cuido, Nilo como entrenador y yo como su propietario y ejecutor técnico de su campaña.

 

Me recuerdo que ese sábado en el puesto del caballo le indiqué a Nilo tres observaciones (tipo Tesio en su libro). La primera era el mantener el puesto siempre con una buena “cama”, segundo que el caballo solo debía correr en distancias cortas y la tercera era que de allí en adelante el caballo debería de ser ejercitado con trotes, nunca debía ser empleado con ejercicios contra un reloj. Para ese momento el caballo había corrido más de 45 veces y estaba en el lote máximo de ejemplares maduros. Su última carrera bajo su anterior entrenador significó un tercer lugar. Con este traspaso del ejemplar, se rompió una negociación por la cual se vendía el ejemplar, a espaldas del propietario, hacia Punto Fijo.

 

Las instrucciones que le di a Nilo aquella tarde dentro de la caballeriza se cumplieron casi al 100%. Desde Febrero de ese año hasta principios de Diciembre de 1990 nuestro caballo permaneció sin ganar no obstante, sus actuaciones eran más que buenas, nunca dejo de figurar y estuvimos de escolta en la mayoría de las ocasiones. Con su última actuación del año, me tomé el atrevimiento, nuevamente, de sugerirla a Nilo que el caballo descansaba hasta Febrero de 1991. Creo que el que necesitaba el descanso era yo. De febrero a diciembre habían sido como 20 carreras una más desgastante que la otra. Una de las razones por las cuales se había negociado el caballo era el enorme “coco” que presentaba a nivel de nudo del miembro anterior derecho que presagiaba un final trágico de continuar los esfuerzos de las carreras. Habían pasado casi tres semanas cuando la noche del día 26 de diciembre en la cena de navidad de los propietarios del Zulia en su tribuna del hipódromo, cenábamos Nilo su esposa Margie, mi esposa y yo cuando Nilo me anunció que el caballo reaparecía el día 2 de enero en distancia de 1500 metros y me pronosticó una gran carrera. Bueno, me resigné a comenzar el año con esa emoción.

 

 

El caballo tenía la costumbre de quedarse de último a pesar que casi siempre saltaba de primero desde el aparato. En esta oportunidad, como siempre saltó de primero pero a diferencia de las anteriores, no se desconectó del lote y cuando entraban los ejemplares a la curva que marca los 800 metros, Rasevi narrador interno decía “…y hoy corriendo en velocidad el viejo Carmelo de cuarto”. Hasta allí vi la carrera. Poco a poco me acerqué al recinto de ganadores a través de la playa de la tribuna y cuando pensé que faltaba poco para la meta volteé a ver y el espectáculo estaba ante mis ojos, El Carmelitano adelante galopando al resto del lote. Esa emoción no se quedó en ese momento. Dos semanas después se obtuvo su segundo triunfo en empate con otro buen ejemplar del lote Bielecki, un segundo detrás de Action Run y muchas figuraciones adicionales. Mientras esa seguidilla de buenas actuaciones continuaba, los comentarios los días de traqueos crecían de los asiduos asistentes en esas mañanas. Unos decían “…han traido como 10 ejemplares para ganarse a El Carmelitano. Se lo ganan solo una vez y luego El Carmelo llega delante de ellos”, “¿…como hacen uds. para tener un ejemplar en primera serie con solo galopes?”. De todo se veía en el hipódromo. El Carmelitano de repente, llegado abril de 1991 se convirtió en el mejor ejemplar en distancias cortas de Santa Rita. A su entrenador y por ende a mí se nos llamó locos cuando se inscribió en una carrera de 1100 metros. Para no hacerles más largo el cuento les digo, fue la carrera en la cual El Carmelitano ganó más fácil. Cuatro victorias al hilo, la última la Condicional Especial Euclides Villalobos. En esta, sus escoltas fueron Gran Gallo y Tulipe, dos hijos de Sansaba también.

 

Para este momento, El Carmelitano tenía que soportar el top handicap que se asignaba para ese momento en los hipódromos nacionales de 64 Kilos. El caballo tenía una afinidad especial con su jinete habitual Edixon Sandoval quien lo montó el 95% de las veces que nos tocó correr. Cualquier otro jinete era un experimento. Se probó con aprendices a fin de lograr descargos en hándicap y el caballo llegaba mal, no se empleaba. Luego de ese triunfo en la Euclides Villalobos el caballo nunca pudo rendir una campaña destacada, figurando cuarto en una buena cantidad de veces. El peso de 64 Kgs. lo apartó de la victoria.

 

Llegó el 1992 en el cual estábamos procurando llevarlo a un sitio en el cual el caballo tuviese un final como reproductor. No dio tiempo para retirar al ejemplar y el destino quiso que lo que sería su última carrera fue efectivamente eso. En el mes de febrero se inscribió en una prueba y sus extremidades anteriores no aguantaron y culminó en pista la vida de este ejemplar. Había culminado su carrera número 95, ningún caballo nacido en el Zulia había tenido una campaña más larga hasta ese momento. Esto luego Valbucan (Valdepeñas en Bucanera-Haras Punta Gorda) lo superó. En esa campaña fueron 11 las victorias pero más que eso fue el hecho de demostrar la competitividad de un ejemplar, la garra para no entregarse en ningún momento y el trabajo del grupo de personas que lo atendían todos los días. El Carmelitano demostró que la paciencia es una gran virtud y que el trabajo en equipo es un arma poderosa para lograr el éxito.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, miércoles 30 de abril de 2014

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