Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Corrientes Sanguíneas en Venezuela

Por Francisco Machado

 

Cuando observamos los catálogos de las asociaciones que congregan a los diferentes haras que crían purasangres de carreras notamos que la influencia de algunos padrillos norteamericanos en nuestro país se hace cada vez más numerosa. La tendencia clara es de nutrir las padrilleras con sementales provenientes de una misma línea, principalmente la de Phalaris, lo cual indiscutiblemente es debido al éxito de sus descendientes en todas partes del mundo.

 

Venezuela no podía escapar a esta influencia, pero en nuestro caso debido al tamaño de nuestro mercado se presenta un fenómeno muy especial. Cada año aumenta la importación de hijos de Seattle Slew, Mr. Prospector y sus nietos, y por último hijos y nietos de Northern Dancer, este último supera en proporción de más de cuatro a uno a los otros dos.

 

La importación masiva de reproductores de las líneas de Nearco, Nasrullah y Raise A Native (no sólo de sementales sino de vientres) que conlleva como siguiente paso que sus hijas sean incorporadas a la cría y que se mezclen entre sí, tendría en un futuro no muy lejano como consecuencia la saturación de las mismas corrientes sanguíneas en Venezuela, que con el tiempo nos llevarán a la declinación de la calidad de nuestros productos, pues no contaremos con líneas que sirvan de "outcross" con la siguiente inyección de sangre nueva que le imprima el vigor y la fuerza tan necesaria no solo en la cría de purasangre sino en todas las razas animales.

 

Esto no es nada nuevo. Ya ha sucedido antes en otros países como por ejemplo Francia, Alemania y la India donde la concentración de las mismas líneas y -peor aún- sangres de mucho fondo sin el necesario equilibrio entre distancia y velocidad los colocó en poco tiempo en desventaja ante sus competidores. Hoy en día en los Estados Unidos se enfrenta al mismo problema pero al contrario, pues tienen exceso de "sprinters" que los ha llevado a la penosa necesidad de adaptar las distancias de sus carreras al desempeño y capacidad de sus caballos y no sus caballos a las distancias que tradicionalmente han servido de base para medir la excelencia y calidad de purasangres de carreras por más de un siglo. Nosotros no debemos caer en el mismo error pues lamentablemente nuestro afán de imitar a los países más desarrollados es parte de nuestra cultura.

 

No deja de llamar la atención que en el pasado se importaron a Venezuela representantes de todas las corrientes sanguíneas. Teníamos descendientes de las líneas de Phalaris, Swynford, Hyperion, Teddy, Commando, Fair Play, Ksar, St. Simon, etc. Nombres como Full Sail, The Yuvaraj, Mighty Ocean, Souepi, Moslem, Tourbillon, Juglar, Magabit, Lavandero, Hypocrite, Hylander, Lucky Coin, Canciller, Sir Gallahad III, Show Ring, Cardington King, Crimson Pet, L'etoile, Karim III, Court Harwell, King Salmon, Pasquin, etc, todavía están en la memoria de los criadores y los hípicos de más edad, pero asombrosamente ni un solo descendiente de éstos caballos sobrevive hoy en día en nuestro país. Pero en países como Argentina, Chile o Brasil siguen activas y vigentes, y al cruzarlas con las corrientes de moda producen caballos capaces de batir a los norteamericanos en carreras clásicas de importancia. Si algunos criadores venezolanos vieran el pedigree del brasilero Siphon -ganador clásico de más de un millón setecientos mil dólares- y leyeran nombres como Itajara, Felicio, Falkland, Maki, Kublai Khan, Fort Napoleon, Svengali, Formasterus, etc, pensarían que están en medio de una pesadilla de la cual es mejor despertarse.

 

¿Será que en éstos países sureños si llevan a la cría a sus mejores corredores y les dan la oportunidad que se merecen y los propietarios los compran a precios razonables?, o será que los sureños por su manera de ser se sientan más orgullosos de sus caballos que los venezolanos de los nuestros y no sufren de ese complejo de que sólo lo de otros países es mejor?. A menudo escucho a algunos criadores e hípicos en general expresarse con desdén y menosprecio sobre padrillos o vientres sureños que se encuentran en Venezuela. Estas personas deberían reflexionar sobre la actuación del representante venezolano en el Latinoamericano de Jockey Clubs, donde uno de nuestros mejores exponentes nada pudo contra los del cono sur, los que compiten con éxito en Estados Unidos desde hace más de 30 años y nosotros apenas empezamos a incursionar de una manera seria en los hipódromos de Florida.

 

En Venezuela, con la excepción de Negresco -lamentablemente fallecido con pocas producciones- Motatán, Epic Junior, Randy, Giovanotto, Mantle, The Iron, Catire Bello, Don Fabián, Traffic Control, el desperdiciado El Sillón, Prestigio y Santón -que están demostrando que sí pueden contra los importados- la participación de los criollos en haras de importancia es muy poca.

 

En la lista de sementales activos de Venezuela en más de 200 sementales sólo 18 no pertenecen a la línea de Phalaris y de estos no llegan a 6 los que se encuentran en haras donde reciban más de cuatro o cinco yeguas al año.

 

Debemos darle soporte a nuestros caballos más destacados y crear nuestras propias líneas, y además importar sementales de líneas diferentes a la de Phalaris de Europa, el Sur y los Estados Unidos para que alternen con las líneas que ya existen en el país y reflexionar sobre el futuro de nuestra cría, siguiendo el camino que nos lleve a emular a países como Argentina, Chile, Perú y Brasil, que tienen compradores para sus caballos no solo de sus propios países sino también en los mercados internacionales.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 03 de Enero de 2002

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