Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta
El Añejo Hipismo Valenciano
Por Cristóbal José Malpica B.

 

Tenuemente intento sacar de la sombra capitalina un aspecto importante de nuestra hípica interiorana, como o es el poco conocido hecho de estarse cumpliendo 111 años del inicio del turf valenciano organizado, hecho que concuerda con el inicio del Hipódromo de Sabana Grande, aquel 1ro de Marzo de 1896, hípica capitalina que había iniciado funciones en el Hipódromo del Distrito, centro de carreras enclavado en Sarría, el llamado "barrio de los misterios", terrenos propiedad de un señor apellidado así, quien tuvo la gentileza de donarlos para esta importante obra cultiva del deporte de los reyes en Venezuela. Valga acotar que fue manejado por una Sociedad Anónima creada en 1881, quien le inaugura el 22 de Enero de 1882 y donde el Presidente del momento, Antonio Guzmán Blanco, poseía la acción 66.

 

Valencia disfrutó de las expresiones ecuestres del Gral. José Antonio Páez, pero los matches importantes sucedían en la capital en la década del 30 con su pupilo Mueve Los Pies. Los valencianos se desbordaron en afición hípica en las décadas del 50 y 60 de ese 1800, en el Valle de Camoruco (hoy Camoruco Viejo), donde "varillaban" o entrenaban caballos sin ningún riesgo. Allí se efectuaban matches con apuestas de miles de pesos, unidad monetaria comercial entonces. Las pruebas estaban divididas en tres heats, donde el vencedor en dos de ellas se hacía acreedor del premio del evento, imitando en parte la usanza inglesa, líder mundial de la atrayente disciplina.

 

El tipo de montura de mayor uso era el estilo "vaquero", con su silla "del oeste" y sus herrajes de plata; nótese que entre comillas hemos hecho uso de la expresión de la época. Así eran esas reuniones donde se "corrían" tantos miles de pesos.

 

Entre otros importantes aspectos de la época, en 1854 se crea la Escuela de Pintura a cargo del Sr. Juan Antonio Michelena, futuro padre de un gran artista, hípico e impulsor de las actividades de Sabana Grande, el ilustre valenciano Arturo Michelena, quien, niño aún, a comienzos de la década del 70, dibuja un caballo a todo galope pasando junto a la hoy Catedral de Valencia. Quien pueda observar esa obra podrá intuir se trataba de uno de los buenos caballos habidos en Valencia y quizás presente en alegres y concurridas disputas en Camoruco.

 

 

Ese año es prolijo en gobernadores de Estado: Gral. Wenceslao Casado, Sr. Miguel Martínez, Sr. Rafael Arvelo y Gral. Julián Castro, donde los tres últimos repetirían posteriormente. Paradójicamente en fecha 22 de Enero, pero de 1854, se programaron unas carreras de caballos a correrse en dicho valle, despertando mucho entusiasmo entre los valencianos. Comandaba la provincia entonces el Sr. Miguel Martínez y el país conducido por el Gral. José Gregorio Monagas, de la famosa dinastía.

 

La organización de las mismas estuvo a cargo de los ciudadanos Luciano Urdaneta, Eduardo Tinoco, José María Meza y Juan De La Rosa Martínez, todos residenciados en la ciudad del esplendoroso y cristalino Cabriales y amantes de las competencias a caballo.

 

Todo marchaba bien hasta que el Coronel Julián Castro -posterior gobernador del Estado- al mando de las Fuerzas Militares, se encargó de sembrar miedo al Gobernador Provincial y en carta enviada desde la Comandancia de Armas del Cantón Valencia, se leía: "mañana se verificará una corrida de caballos en Camoruco y al espectáculo asistirán millares de personas, entre las que figuran casi todos los facciosos del 25 de Mayo, pues se sabe que se convocan y se reúnen con ese pretexto; y es preciso que no se les ofrezca esa reacción de alzarse contra el gobierno..."

 

Sería suficiente para que se ordenara al Jefe Político del Cantón, Zoilo Bello, citar a su despacho a este grupo organizador y hacerles saber y entender la imperiosa necesidad de suspender las mismas, dejándolas para una oportunidad mas propicia. De allí se dijo que "el gobierno le temía a las carreras".

 

Es muy probable que entre aquellos caballos que animaban tales competencias, estuviesen presentes lo de la Hacienda "Alto de Uzlar", terruño tocuyitano del prócer Johan Von Usler, es decir Juan Uzlar, furtivo general quien le explotaba junto a sus hijos, especialmente Jorge, encaminándose tanto en la siembra como en el desarrollo vacuno y cría caballar reconocida. Es de hacer notar que antes de ser adquirida, esta hacienda era un ingenio azucarero de nombre "San Juan" de los Hernández de Monagas. Años después este criadero se vio representado tanto en las carreras para criollo en Caracas, como aquí en Valencia, bajo tutela de uno de sus descendientes, el Gral. Jorge Uslar.

 

Don Juan Uzlar, con el rango de general en jefe desde 1863, muere un 1ro de Abril de 1866 a la edad de 87 años, siendo enterrado en el Cementerio de Morillo, en su ciudad de residencia. Luego serían llevados sus restos al Panteón Nacional. Se cumplen 135 años del deceso de este valiente capitán alemán en cuyo itinerario se incluye la lucha contra el imperio napoleónico, hasta culminar en Waterloo, para luego convertirse en Héroe de Independencia y residenciarse en el boulevard norte de la Plaza Mayor de Valencia. En Tocuyito se le veía, arrogante, sobre su mula inglesa, acompañado de su escolta Ño Hidalgo. El es el ancestro directo del reciente y lamentablemente fallecido hombre de letras, don Arturo Uslar Pietri -quien perteneció a la Junta Directiva del Hipódromo El Paraíso-, y aquella hacienda es hoy en día Haras Alto de Uslar, cuna de Torrejón y en el pasado albergue del padrillo Senegal -doble ganador del Simón Bolívar-, cuando pertenecía a la Sucesión Herrera Uslar.

 

 

Ese año 1854, pero ya en Mayo, se corrían matches en el sector caraqueño de Palo Grande, siendo uno de ellos el efectuado por los caballos de raza, José y Santiago, "cazados" mil pesos en las apuestas. El primero de los nombrados conducido por el jinete Justo Barrios.

 

Llegamos a 1895 cuando el apreciado Agrimensor de origen francés, Ernesto Luis Branger Orzattoni, fundador de Pastas Alimenticias en 1883,Tenería "La Asunción" en 1888 y en ese año 95 del apreciado Tranvía de Caballitos, entre otros movimientos industriales y comerciales que dan su fruto, hasta ver entre otras, una de sus grandes obras: Telares Branger. También se le recuerda por su participación en el proyecto del Acueducto de Valencia inaugurado en Febrero de 1877 por Antonio Guzmán Blanco, con la presencia de su yerno el Duque de Morny, como honorable invitado especial.

 

Don Ernesto Luis Branger mantuvo créditos para la siembra de algodón y creó la Fábrica de Aceites Branger. Ya para el siglo XX participó en las acciones de Electricidad La Cumaca, entre otras incursiones empresariales, hasta su muerte acaecida en el año 1926. Pero, volvamos al año 1895, cuando por su gran iniciativa industrial, se le ocurre la creación de un hipódromo para la región, al igual del que se estaba gestionando en la capital de la República. En Julio de ese año sesiona con el Concejo Municipal de Valencia pidiendo "luces" a su proyecto, siendo aprobado prontamente por la Cámara. Así, el Síndico Procurador, Bachiller Angel María Corao, con autorización de dicho Concejo, suscribe un contrato al respecto. El mismo indicaba la instalación de un hipódromo el cual sería regido por reglamentos idénticos a los usados en otros países con historia hípica. Se pautó al término de un año para su puesta en marcha, advirtiendo que el Concejo revisaría los planos y estatutos para su debido visto bueno.

 

Entre otros aspectos se enfatizaba que allí corriesen ejemplares de venezolanos y de extranjeros que se encontrasen radicados en nuestro país, pudiéndose efectuar temporalmente eventos de carácter internacional con la participación de ejemplares de otros países, sin distingo alguno, como una manera de calibrar el desarrollo o capacidad de la raza equina venezolana.

 

Se insistía en que debía llevarse un Libro en el cual los propietarios de los equinos registrarían a los padres y a las madres de dichos caballos, anotándose igualmente su edad, pelaje, raza y otros datos respectivos. El asiento de cada caballo en estos registros costaría a los propietarios la cantidad de cinco (5) bolívares.

 

El Concejo ofrecía todo su apoyo y se comprometía a no otorgar ningún tipo de permiso de igual característica en el lapso de 20 años si se requiriese. Igualmente exigía el 2 % de impuesto sobre el total de las jugadas, dinero que se destinaría como un aporte al Hospital de Caridad. En ese entonces el Estado era comandado por el Gral. José Félix Mora y la Nación por otro gran hombre "de a caballo" y gran impulsor de la hípica, el Gral. Joaquín Crespo, quien fallece en medio de la guerra civil en 1898, cegándose la vida de un hombre de singular apoyo a la naciente hípica venezolana.

 

 

Don Ernesto Luis Branger echó las bases para que luego el proyecto fuera llevado a cabo por el recién creado Jockey Club de Carabobo, Compañía anónima cuyos directivos eran los señores Juan Núñez y José Agustín Iribarren.

 

Los terrenos escogidos eran adyacentes al cerro El Morro, en el campo del coquito, terrenos donde muchos años después se situaron las empresas Protinal y Sherwin Williams y parte de lo que hoy es distribuidor San Blas. Allí nacía el camino hacia Caracas, según Plano de Valencia elaborado por el propio don Ernesto Luis Branger y fechado 1878, en lo que sería la prolongación de una calle de la ciudad, la Martín Tovar.

 

El 21 de Mayo de 1896 se inaugura el Hipódromo de Quigua con asistencia de unas 5.000 personas, por supuesto, lo mas granado de la sociedad valenciana y la crema de la afición caraqueña, las cuales viajaron en tranvías, calezas y el Gran Ferrocarril de Venezuela, respectivamente.

 

Tal era el número de personas que se daba cita para disfrutar de las carreras, que el Presidente del Estado -denominación de la época-, Gral. José Félix Mora, tuvo la necesidad de enviar carta al Director del Ferrocarril en Caracas, para programar que solo viajasen personas sentadas y no repetir así los hechos tristes cuando la inauguración del Hipódromo de Sabana Grande en Caracas, tan solo dos meses antes.

 

Aquel día de la inauguración el Concejo Municipal donó un premio de Bs. 600 para el vencedor de la segunda carrera del programa, prueba para ejemplares criollos en distancia de 700 metros.

 

Entre las cocheras que alquilaban los mismos se encontraban la Empresa de Coches Carabobo de Leopoldo Vásquez y Cía. Al concluir la velada hípica se podía celebrar en El Jardín de la Cervecería, sitio distinguido e inaugurado ese mismo año, siendo amenizado por un destacado quinteto. También existía el disfrute de las exposiciones del Cinematógrafo que era algo que revolucionaba entonces. Allí también estaban los destacados músicos Gadea y Arenas, dirigiendo la orquesta y deleitando con su música.

 

La avenida Camoruco, muy cerca de la mansión La Isabela -luego conocida como Palacio de los Iturriza-, había sido engranzonada. En su tránsito se conseguía la casona del Gral. Guzmán Blanco (terrenos y en su momento parte del stand Camoruco y el liceo Pedro Gual), testigos de aquel Camoruco campestre. La muchachada disfrutaba de aquel patio del cotoprix -o mas en criollo: cotoperí!-, onde hoy se sitúa el Salón Arturo Michelena, y algunos de ellos paraban en La Glorieta para hacer un breve descanso y continuar rumbo al campo de carreras de El Coquito, el Hipódromo de Quigua, primero en su género en esta ciudad y donde se corrían carreras "a la inglesa", impulsando su afición y respaldando el esfuerzo de sus dirigentes, logrando ser el hipódromo del país con mas años en funcionamiento, prolongándose su actividad por espacio de 9 años. Sus puertas cerraron hacia 1904, justo cuando se hacían trámites para el traslado de la tribuna irlandesa que funcionó en sabana Grande, hacía terrenos del nuevo hipódromo capitalino en El Paraíso, el que luego denominaron Hipódromo Nacional. Esta iniciativa del Dr. Gustavo J. Sanabria tuvo que esperar debido a la inminente negativa del "cabito" Cipriano Castro, Presidente de la República.

 

Aquel año 1896 marcó hito en el esquema turfístico y algunos de aquellos propulsores de la hípica valenciana mantienen su llama viva, citando como claro ejemplo a Don Ernesto Luis Branger, cuyo nieto, el Ing. Rafael Branger Ruttman posee uno de los criaderos mas sólidos e importantes de la actividad hípica nacional e internacional, criándose en sus predio grandes pisteros como Catire Bello, Miss Marena (madre de la internacional Hechicera), Negresco, Canelo y paremos. Uno de los nombres más importantes de nuestra historia hípica en todas sus manifestaciones.

 

En Quigua hubo familias hípicas muy activas como los Lizarraga y se tuvo el honor de contar con la presencia de la gran campeona capitalina Calixta, pupila de Arturo Michelena y sus socios Edgar Ganteaume y Charles Röhl. La gente humilde de las afueras también hacía acto de presencia y se comenta que en su manera de interpretar la palabra hipódromo -entonces poco usual-, decían con entusiasmo: vamos al hipólito!

 

No debe ser fácil para un hípico de corazón ver cerrar el hipódromo de su ciudad y mucho menos bajo su mandato como Presidente del Estado. Esto ocurrió a don Francisco de Sales Pérez, pero su vibrante pasión no murió allí y tal vez impulsada por la emoción reinante ante la pronta inauguración del nuevo hipódromo en Caracas por parte del Gral. Juan Vicente Gómez como Presidente Encargado de nuestro país, llevó la afición hacia los terrenos de Guaparo, donde realizaban carreras parejeras en distancias cronometradas y que oscilaban los 45 segundos. El mejor caballo de aquellas reuniones de la sociedad hípica valenciana, trasladada al entonces apartado paraje, era Altamira, no por casualidad propiedad de este Escritor y Costumbrista Francisco de Sales Pérez. Se estima que en aquella abertura entre la vegetación o pista improvisada, aterrizó el primer avión en la ciudad en 1912.

 

Luego hubo un largo silencio, las secuelas de la primera guerra mundial, y nuestro hipismo nacional solo se reflejaba en los hipódromos de Tumeremo, El Callao, Guasipati, Angostura -entre otros de la zona oriental-, Santa María en el Zulia y el Hipódromo Nacional en El Paraíso, amén de las expresiones hípicas en Carora. Valencia se quedó sin hipismo, pero fueron surgiendo centros de cría que solidificarían su status nacional e internacionalmente. Nació el Haras Prebo de Stelling, el San Luis de los Biggot, La Sierra de los hermanos París y otros que alimentaron al mejor hipódromo del país, el capitalino. Entonces hubo de llegarse la hora de volver a presentar el espectáculo a nuestro gentilicio y en los años 40 se crea un anteproyecto, Stelling lucha por ello, mas adelante Wadskier y luego Juan Vicente Pérez Michelena, entre otros.

 

Han de pasar algunos años antes de poder concretar lo que inició como centro de entrenamiento y hoy es nuestro bello Hipódromo Nacional de Valencia, enclavado en un estado que ha albergado grandes centros de cría de antes y de ahora como San Luis, Prebo, La Sierra, Tocuyito, El Triunfo, Altamira, El Bosque, Longchamps, La Quinta, Alto de Uslar, Los Aguacates, Montalbán, Los Samanes, San Francisco, Gran Derby, Vista Hermosa, Bucaral, El Ruiseñor,.....y llegan a mi mente aquellas palabras que Humbold expresó en 1800 cuando estudió el valle que hoy alberga a la población de Belén: " es una zona muy apropiada para la cría de caballos para las carreras"; de ella surgieron los dos últimos cracks venezolanos MY OWN BUSINESS y REMARKABLE NEWS.

 

 

 Programa oficial de la reunión inaugural de 1983, cortesía del Sr. Gustavo Sanson (click aquí)

 

 

Francisco de Sales Pérez. Nace y muere en Caracas. Escritor, Ministro de Fomento, Presidente del Edo. Carabobo. Dejó extensa obra literaria y co-fundó Telares de Valencia, empresa que luego extendería en la región central. Apasionado de la hípica, expresó en una alocución: “soy carabobeño por gratitud”.

Don Luís Ernesto Branger, la hípica valenciana está en deuda con él. Rasgos Hípicos presentará una semblanza de este ilustre caballero.

Gral. Juan Uslar, Héroe de Independencia. Fue un preocupado del desarrollo ganadero y la cría de caballos de buen nivel.

Alejandro de Humboldt retratado en las riberas del Orinoco por Weitsch en 1806. Recorrió, estudió y quedó maravillado de la nobleza de las tierras del “Valle de los Campeones”.

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 02 de Agosto de 2007

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