Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

Edmundo Ruiz

Por Juan Macedo

 

Más allá de las apuestas, léase 5y6, ganadores, placés, trifectas, exactas, superfectas entre otras jugadas exóticas, existen dentro del hipismo venezolano valores que le pueden dar al hipismo venezolano el mismo interés que en otras partes del mundo. Edmundo JoséCocina Ruiz Almándoz fue una de las personas que aportaban esos valores, que realizó un gran trabajo casi desconocido para el grueso de aficionado hípico, pero que lo transformó en una de las figuras más destacadas del medio hípico venezolano, de gran calidad humana. Nació en la ciudad de Caracas en el año 1939, hijo de Don Ismael Ruiz Viso y Doña Luisa Elena Almándoz

 

Vivió preocupado para que nuestro hipismo saliera del estancamiento. Estuvo pendiente de abrir nuevos frentes en el hipismo venezolano, como lo son ahora los hipódromos de Santa Rita y Valencia.

 

La pasión por el hipismo fue gracias al caballo Cotejo, propiedad de un tío y una vez lo fue a ver correr. El caballo ganó y eso le pareció emocionante, desde ese entonces no pudo salir del hipódromo, primero como aficionado y luego como importador, criador y propietario. Pocos hombres tan ordenados y conscientes de todo en la vida como Edmundo, ese orden y también la penetración mas acuciosa en demanda de los mas mínimos detalles, es la pasión en las carrera de caballos. Se hizo Secretario Administrativo de Eduardo Azpúrua Sosa.

 

Su primer caballo se llamó El Árabe y lo tuvo a medias, eso fue en en el año 1960. A inicios del año 1968 se estrenó como importador de purasangres de carrera con un lote de 6 ejemplares donde destacaron tres: se trataron de Rapid Fire (récord horse de los 1800 metros), Scottish Dignity (ganadora selectiva que después se vendió para intereses norteamericanos) y Heathtolt (rendidor ganador y semental con cierto éxito a pesar de sus limitadas producciones). En una ocasión comentó "si no me pagan lo que valen, son mios y de mis hijos".

 

Aquí y en el extranjero, donde era reconocido como un extraordinario conocedor, incluso vendió una yegua suya en casi dos millones de dólares, Autumn Glory servida de Naskra en la subasta mixta de noviembre de 1983 en Keeneland.

 

Sus éxitos como propietario, criador, importador, son innumerables: Gliss, Cinnamon, Rapid Fire, Scottish Dignity, Senador, Tocorón, Joyful, Tentada, Predestinado, Artal, Almería, cuando importados. Para la cría: Inland Voyager, Dancer’s Verde, Lassington, Greg The Great, Sunshine Girl, September Dream, Tiniebla, Mount Sterling, Arrullo II, Dashing Pleasure, Auraria, Throne Room, Prize Noble, Mount Denali, Flit Back, Townsand, Falluteada, La Nora. En la pista: Merengón, Tío Julio, Baby Dancer y pare de contar. De alguna manera ayudó al desarrollo de haras como tales como Los Aguacates, Santa Rosa y Santa Cruz (actualmente La Giralda).

 

 

Cuando Tío Julio perdió una carrera de la manera mas dramática y trágica que alguien pueda imaginarse, por distanciamiento en competencia contra un solo rival que fue en absoluto inferior a él, todo el mundo reaccionó en distintas maneras. Podía esperarse una lógica reacción altanera, un "pataleo" justo (y muy común, por cierto, en ese mundo de La Rinconada) del propietario. pero éste no hizo otra cosa sino atender y darle confianza a quien se consideraba el mas responsable de la situación, en lo que pareció un gesto de nobleza sin precedentes. Semanas despues, cuando Edmundo y su hijo "El Gato" Roberto venía con su caballos de las bridas paseando en las tribunas luego de cruzar la meta en ganancia en el Gran Premio Selección de Fedeharas, se escucharon expresiones muy simpáticas por parte del público "¡Viva y arriba Dugarte!... Que lo bajen ahora..."

 

Tuvo la capacidad de identificar a profesionales y empresas que después destacaron en la actividad, como al predecir los éxitos de Raúl Payares (que consideraba un mago) y Antonio Bellardi (el que consideró tan bueno como Payares), Ricardo Wloka (jockey de gran rendimiento) y el Haras Los Aguacates (que ganó una seguidilla de estadísticas).

Edmundo Ruiz con Tío Julio

 

Consideró que el éxito de la cría se basaba en tres pilares fundamentales: la técnica, el sentido común y propósito futurista, de allí se obtendrá un hipismo bien planificado.

 

 

Falleció el 9 de diciembre de 1985, en una jugada absurda del destino y de esa forma se ha perdido uno de nuestros soldados en plena capacidad creadora, su vida nos servirá de estímulo para el futuro. Su hijo Luis Alfredo (al que cuando niño le decían en juego que podía ser jinete) siguió sus pasos como criador con éxito en el Haras La Giralda.

 

Fuentes: Sr. José Luis D’Angelo Durán, Revista Gaceta Hípica

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, lunes 16 de enero de 2006
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