Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:

Rafael Peraza Arias

Por Juan Macedo

 

Olvidado por muchos, Rafael Peraza Arias fue uno de los grandes jockeys criollos de la época romántica de nuestra hípica, aquella donde el profesional nativo no era valorado ante la presencia de grandes estrellas de la fusta que venían de otros países para brillar en nuestro principal óvalo de carreras. Nació en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara, el 23 de agosto de 1918. Desde muy pequeño se interesó en las cuestiones hípicas.

 

Se inició como jinete en el año 1936, alcanzando numerosos triunfos en el Hipódromo Nacional de El Paraíso. Luego, actuó también con gran lucimiento en los Hipódromos de las Antillas, Panamá y Colombia. Fue una destacada figura del hipismo venezolano en la década de los 40 y 50, cuando alternó con los mejores jinetes de la época en el Hipódromo El Paraíso. Formó parte de ese grupo al que le correspondió darle brillo al espectáculo, aquellos como Raúl Bustamante, los hermanos Cruz, Juan Araya, que vinieron del Sur, para mostrarnos una forma distinta de conducir un purasangre, que ha contribuido a formar los buenos jinetes de ahora.

 

 

Destacó por sus habilidades en la conducción de los purasangres y sobresalió a través de muchas victorias, incluyendo el Clásico Ministerio de Agricultura y Cría, el cual ganó en 1949 con El Brujo. Otros de los grandes purasangres que montó fueron Centella, Burlador. A finales de los años ’50 se vio obligado por aumento de peso a dejar la carrera de jinete.

 

Pero el gusanillo del hipismo estaba arraigado en su vida y ya bajo el nuevo escenario hípico, el Hipódromo La Rinconada, entró ahora como entrenador de purasangres y se distinguió por el gran celo que pone en el cuido de sus pensionistas.

 

Su mejor año fue en 1962 cuando ganó 12 carreras. En año siguiente, a finales del mes de junio, se anotó la milla del Clásico Día del Ejército sorprendiendo con la argentina Figulina, con la monta de Carlos Pérez. Entre los mejores ejemplares que preparó fueron Coquivacoa, Ganadero, Reading, Farandulera, Nunlands, Alex B y Sam Lord.

 

Se mantuvo en la actividad entrenando purasangres hasta inicios de la década de los ’70, cuando decidió retirarse, aunque no dejó de visitar las instalaciones del hipódromo recordando viejos tiempos. Rafael Peraza Arias fue víctima de una penosa enfermedad que lo mantuvo en cama durante largo tiempo, falleció en Caracas el 10 de abril de 1985.

 

Fuentes: Revista Gaceta Hípica

 

Anécdotas Hípicas Venezolanas, viernes 19 de diciembre de 2014

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