Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:

Julio Rosales

Por Luis Soto Toro

Con la desaparición física de Julio Antonio Rosales, el hipismo zuliano perdió a uno de sus más insignes pioneros, una de sus más valiosas reliquias. Escribir de este personaje es adentrarse a los inicios de esta actividad en la región y recorrer con ribetes de oro lo más puro y genuino de gran parte de ella, en especial, la llamada época romántica de la misma. Julio Rosales, o "Julito", como cariñosamente se le conocía en el medio hípico y según él relataba con orgullo comenzó a sentir inquietud por lo que con el correr del tiempo se constituyó en lo más importante de su vida, en el 1936.

Julio Rosales

Fue en el antiguo malecón del viejo Maracaibo, en el sector conocido como "Boburitos", cuando en una de las piraguas que llegaban al sitio trajeron unos caballos para el Sr. Hermócrates Vilchez, quien se los entregó para que lo condujera a un potrero situado en los terrenos del sector de la "Piedra de Juana de Avila" pero en vez de hacerlo arreándolos, lo hizo montado sobre los lomos de uno de los animales.

Durante cierto tiempo realizó día a día esa actividad y por la forma como montaba, un día del año 1936, en una oportunidad se le acercó el Sr. Julio Atencio, accionista del Central Azucarero Venezuela, propietario de caballos en el desaparecido Hipódromo de Santa María, lo contrató para que condujera un ejemplar llamado Capullito en un match contra Napoleón, que era propiedad de los señores Armando Valbuena y Edecio Finol. La partida de la competencia la dio el señor George Henry Barton Shortt. En su oportunidad Julio Rosales recordó que no pudo ganar la carrera. "Mi caballo resultó estar mal ensillado y llegó herido por el roce de los cinchos, mientras que a mí se me introdujo la punta de la hebilla de la accionera en la rodilla izquierda". Fue una cicatriz que llevó por el resto de su existencia.

Era un hipismo romántico y se recuerda que las partidas eran dadas con "guinchas" y cajones como barandas, cargos que ocupaban Armando Valbuena, Pablo Andrade y Luis Portillo. Dos de ellos ordenaban la partida y otro confirmaba la llegada con el toque de una campana. Igualmente no había selección de jinetes aprendices y profesionales como ahora, montaban juntos y sin ninguna ventaja para nadie. Pero ese accidentado debut como jinete no lo amilanó y siguió montando los ejemplares de un señor que llamaban "Luis Cacharro", quien tenía varios caballos.

Cierto día tuvo un problema con este señor por un caballo de nombre Cien Tiros, que le gustaba correr, pero como se lo vendió a los Nery, se fue a montar con los nuevos dueños del ejemplar. Se convirtió en un jockey muy solicitado y montaba con preferencia para las cuadras del señor Gustavo Gómez, el general Vicencio Pérez Soto y los Nery, a estos últimos le corrió un caballo de nombre Centauro 34 el cual ganó diez competencias seguidas.

Una de sus comentadas anécdotas las vivió con este ejemplar en el trofeo Botica Nueva, prueba en la que también intervinieron Pabellón, del General Vicencio Pérez Soto y que condujo Don Virgilio Bernal. Pabellón partió mal y Centauro llegó en el primer lugar, pero como ese caballo era propiedad del Gobernador ordenaron que la prueba debía repetirse y Centauro volvió a ganar llegando Pabellón en el segundo lugar.

Julio Rosales sobre Centauro en el trofeo Botica Nueva

Uno de los principales Clásicos que conquistó Julito fue el Presidente de la República Eleazar López Contreras, que ganó con Zanzibar un caballo guajiro del Sr. Elio Rodríguez. Luego en el año 1937, se retiro por algún tiempo y se fue a trabajar a Ciudad Ojeda, por considerar que con los caballos solamente no se podía vivir en la época. Tras cerca de siete años de ausencia, retornó en 1944, cuando el Hipódromo de Santa María había desaparecido y se corría en la Recta del Quirúrgico, donde además de montar preparaba sus caballos.

Julio Rosales sobre Zanzivar

Posteriormente, vino el traslado hacia el Hipódromo de La Limpia, que fue construido gracias al esfuerzo de varios hípicos entre ellos José Joaquín Lizardo y Dimas Barboza. Allí comenzó también como Preparador y Jinete pero surgió una resolución que no se podía cumplir con la dualidad de acciones y finalmente decidió quedarse como entrenador donde consideró que no podía prestar mejores servicio a la hípica, hasta su retiro definitivo cuando recientemente el Creador lo llamó para que participara en su carrera más importante el Clásico del Cielo.

Nació el 17 de octubre de 1917 y falleció el 29 de noviembre de 1996. Un hípico que estará latente en el hipismo zuliano.

Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 5 de enero de 2002
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