Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta:
Conversando con...
Otto Alvarado
Por: César Augusto Rivero
Entrevista cedida por Revista Los Clavos, todos los derechos registrados

 

Conocer a profundidad el oficio del entrenamiento de puros de carrera suele ser útil para muchos. Tener la oportunidad de contar con pisteros saludables y ganadores, puede ser la diferencia entre tener éxito o no en este particular mundo de la hípica. En esta ocasión presentamos al entrenador Otto Ramón Alvarado Mendoza, uno de los entrenadores de gran experiencia y que ha contado con pocos pisteros útiles para ejercer su profesión. Hoy dedicado a la ocupación de jefe del padocck de La Rinconada.

-¿Fecha de nacimiento?

-El 27 de junio de 1952. Estoy casado y tengo dos hijos: Primavera Luz y Otto Joaquín.

Alvarado abandonó los estudios de Ingeniería Mecánica justo cuando ganaba carreras con frecuencia y la pasión por los caballos pudo más.  

-¿Comienzos en la hípica?

-Comencé hace 40 años en la caballeriza de Millard Ziadie, que fue mi maestro. Hice mi pasantía y aprendizaje, jamás me cambié de cuadra.

Alvarado se graduó de entrenador a los 20 años, hace unos 30 años, llegando a ser el más joven en Venezuela para ese instante.

-¿Primera actuación?

-Debuté ganando con el caballo Babae que montó el jinete Morris Valbuena.

-¿Caballos estelares?

-En realidad siempre he contado con muy poca caballada. Los que más disfruté fueron los caballos Lord Kaiser, que en una oportunidad me gané al triplecoronado Iraquí, y en otra ocasión vencí a Mantle en una sexta válida, pupilo de Manuel Medina, quién llevaba varios cuadros pegados con cinco caballos y tenía 5 inscritos en esa prueba, fue uno de mis mejores caballos que he entrenado. Tuve también a Lord King, un buen animal de pruebas intermedias, y la yegua Lady Sissy, lo mejor que ha pasado por mis manos, llegó a correr 5 veces para 3 primeros y un segundo y en su quinta actuación se le fueron los ligamentos en plena carrera. Tuve a Puerto Barnus, que corrió todas las pruebas de la Triple Corona de Catire Bello.

-¿Eventos de jerarquía?

-Gané varias Copas, incluso con Lord Kaiser y Lord King. Gané muchos trofeos, pero en los pocos clásicos que logré participar, siempre figuré a mis presentados. No he podido ganar un clásico, porque en realidad los caballos no eran de calidad.

-¿Entrenadores que admiras?

-Aparte de mi maestro Millard Ziadie, he admirado a Domingo Noguera Mora, Eduardo Azpúrua Sosa, Raúl Payares, Julio Ayala y Daniel Pérez.

-¿Jinetes de mayor valía?

-Indudablemente mi amigo Juan Vicente Tovar, fue el que me ganó más carreras con mis presentados. Admiro a Gustavo Ávila.

-¿Alguna meta por cumplir?

-Indudablemente que ganar un clásico, que no he tenido la oportunidad.

-¿Caballos bajo tu cuidado?

-Los que tenía los entregué en diciembre pasado, caballos con muchos problemas, muy lesionados.

-¿Es un cese a tu actividad como entrenador o es un retiro definitivo?

-Es un cese a mi profesión de entrenador de caballos, porque todavía estoy joven y no pienso retirarme. Simplemente me llamaron del Hipódromo a cumplir funciones como juez de padockk.

-¿Cuál es ahora tu actividad cotidiana?

-Los días de carreras, encargarse de tener a todos los jinetes en el recinto en óptimas condiciones para salir a montar en cada carrera y que las mismas no se retrasen. Cualquier anomalía que uno vea, participarla o notificarla de inmediato al Comisariato.

-¿Cómo ves el hipismo venezolano?

-Es lamentable lo que está sucediendo en la hípica, pues yo que he vivido aquí desde niño, me duele mucho lo que está pasando, espero y aspiro que todos los problemas se solucionen. 

-¿El mejor ejemplar que hayas visto correr?

-La yegua Gelinotte, esa era de otro planeta y dificulto que venga un animal como ese nuevamente a las pistas. Y por supuesto, My Own Business.

Alvarado tuvo su etapa como propietario y criador fugaz de purasangre, con su stud Gato Amarillo, apodo que le colocó “El Negro’’ Tovar, cuya último triunfo fue con la yegua La Noria; y tuvo su debut y despedida en la cría con la yegua Miss Derry en el haras Coquito y al ser servida por Roscón, el potrillo fue mordido por una culebra, lo cual lo decepcionó como criador.